viernes, 4 de diciembre de 2015

Mi dulce señora, te estoy escribiendo un libro de aventuras

Yo, me he conjurado para insuflarte la vida,
así que no estés triste si todavía no tienes un rostro definido.

porque en  una de esas semillas que arrojé al mundo desde mi balcón
se encontraba oculto tu cuerpo
y tu pensamiento

y en cualquier momento podrías abrir los ojos y verme.

Quizá a estas horas ya tengas cara.
Quizá seas aquella que encontré.

Hablamos durante apenas diez segundos a menos de un metro de distancia,
pero a millones de años luz de mis labios.

Y no me importa, querida,
porque lo único que yo deseo es que existas,

y es la única manera de obtener tus favores.







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