Deseaba que la diosa fortuna me sonriera.
A mi,
el elegido,
lejos de Moloch.
Instigando a los revolucionarios
desde la comedia,
observando todos días la llegada de Melancolía,
sin más miedos que el de la propia existencia.
Para eso debe existir Muerte, para recordarnos la vida,
Ahora, libre, tendría el espíritu de Juego en mis manos.
Podría incluso echarme novia.
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