Dibujo un mapa, da igual que sea falso,
producto de mis deseos o mis imaginaciones.
No me voy a volver loco, creo, todavía.
Se parece mucho a la realidad, pero existe una trampilla,
unas escaleras que me llevan a ese lugar donde es posible,
donde el trabajo, ese, el del sinsentido,
cesa,
y lo que aparece es algo bastante más lúdico.
Hay algo de fantástico en este mapa que dibujo.
Se superpone al tuyo.
Y cesa el tiempo. Suceden cosas. Quizá volvamos a ser personas.
En ese territorio alejados por fin, aunque sea a un solo centímetro de la necesidad,
tienen que ocurrir necesariamente cosas que me vayan a convertir en inmortal.
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