Nuestro beso, el que tortura a un hombre sin rostro,
ahora mismo,
en algún lugar de Oriente Medio.
Todavía creemos que el beso nos vendrá a salvar,
pero ya no hay besos inocentes, su coste es siempre tremendo.
Y sin embargo, los buscamos,
al precio que sea, aunque se derritan los polos.
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