Si quieres tener rostro, aunque no sea el tuyo, deberías conocer a Salario,
y no quedarte aquí, entre los cartones.
Si quieres ser por fin un trocito de hombre, debes convivir con Salario,
y rezar para que no te abandone,
pero si quieres ser un verdadero hombre,
-tener labios y cara, piel y palabra-
tienes que conocer a Mi Señora,
aunque todavía no exista,
su cuerpo se modela en el aire, como sostenida por nadie,
será tu aliento entonces,
y nunca te abandonará.
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