domingo, 22 de noviembre de 2015

Que alguien llame a las cuatro de la mañana al timbre de la puerta,
solo puede significar dos cosas,

que me estoy muriendo,
o que la policía viene a por mí.

Siempre soñé con mi maleta del exilio para huir como un fantasma por la ventana,
saltar en pijama, descender por una sábana.
correr hasta el bosquecillo de pinos frente a mi casa.

Pero nadie me busca.

La vida trascurre en paralelo, mucho más despacio que mi existencia,
atrapada en un atractor que siega todos y cada uno de los sueños.
Como si la muerte se hubiera instalado en un lugar de Mandril
y lo fuera absorbiendo todo.

Quizá esté haciendo algo mal, debería ponerle remedio.









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