Desperté con otro rostro, con otra cara.
Temoroso del devenir, y sin embargo,
todas las puertas se me abren.
Algunos se quitan el sombrero,
otros se arrodillan a mi paso.
Hablan de mí,
me observan,
se forman corrillos en las calles.
A veces quieren tocarme,
por si soy de piedra o de carne.
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