Uno, diez, cien, mil.
Quiero pensar, pero puedo.
Aquí no existe el dios, ni siquiera la historia.
Desde este lugar, qué importa el anuncio del fin de los tiempos.
Pero todavía puedo soñar, sí, todavía puedo soñar.
Diez mil, cien mil, un millón.
No se me oye, ¿verdad?.
Si me ves, que lo dudo, debo estar semioculto. Un borrón.
Si no me ves, es porque soy el pequeño monstruo
caído en el punto de ciego, lejos de toda mirada.
Un billón.
Me reblandezco.
De transparente, ni siquiera puedes ver mi corazón.
No existo.
Desaparezco.
¡Hola Robot!
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