Puedes llamarlo como quieras,
incluso es probable que tenga más de mil nombres.
Escribo los primeros carnets del partido de la plebe
y que entrego a mis amigos en un acto secreto.
Estoy pensando en los principios, deberán ser poderosos,
capaces de arrinconar a la nada hacia un delicioso sentido,
y que como una fuerza imparable, aunque nueva, atraviese los dominios de la locura universal,
y establezca aquí, en un bar o piso cualquiera,
la diminuta energía, el minúsculo punto apenas visible,
el inicio,
que con algo de suerte consiga cambiar las formas del cosmos.
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