Despierto con unas palabras teletransportadas.
Me llegaron mientras dormía,
y no sé si tejieron algún sueño por el camino,
pero a mí me produjeron un cierto punctum.
Nuestro deber, de no caer por la pendiente que lleva a la nada, sin más,
como trocitos de carne,
que no, que igual no tenemos espíritu,
pero te aseguro que estamos constituidos por enigmáticas partículas de juego,
que nadie ve,
y sin embargo lo llenan todo.
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