Soy incapaz de elevar enormes piedras con la mente.
Pobre de mí,
ni siquiera me queda un resto de telepatía,
no puedo verte a través de los muros,
ni leer fragmentos de tu pensamiento,
tu pasado o tu futuro,
serán siempre la incógnita.
Mis ojos, no te enloquecen.
Y sin embargo tengo un don.
Cuando llega el sueño, se inagura una pequeña aventura.
Y aparecen chicas desnudas llamando a mi puerta.
Desde que tengo la suerte, no vuelto a poner el despertador.
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