Podríamos pasar el día en la cama juntos.
De la cama al sofá. Encender el flexo. Mirarte mientras cae la noche.
El domingo por la mañana pasearíamos por el parque.
Me sentaría al Sol, en el auditorio, frente al lago artificial,
escuchando tus palabras.
Me encanta eso que dices de transformar el trabajo en juego.
Podría escucharlo mil veces.
Un millón de veces.
Estoy seguro que ha llegado la hora.
La belleza saliendo de cualquier parte,
el mismo día de la abolición de la necesidad.
Tendremos que celebrarlo todos los días.
Que se aparte Buda, Cristo, y los demás,
Mi Señora está naciendo en este preciso instante.
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