Me propones lo imaginario.
Propones dar un salto a lo real. Así, en un instante.
Yo, que llevo el pijama puesto,
dormido,
en acción desde el alba, en la asamblea, corriendo al curre,
desde el curre a la ecografía,
desde la eco a la bicicleta, que tenía abandonada desde ayer,
en la Casa de Campo.
Tú, el ser fantástico, sin cuerpo, me propones convertirnos en carne.
No. No me hecho atrás.
Lo que pasa, todo lo que ocurre, es que me apetece irme a roncar.
Roncar.
Aun a riesgo de que te diluyas en la nada
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