Se ha quemado tu cuarto y tu cuerpo,
rodeado de papeles, notas y verbos,
por esa manía nocturna de las velas,
de andar dormido, fumando y bebido,
por tu cuerpo ardiente de poeta en llamas
y la puerta cerrada, por fuera.
que triste, verdad,
ya no existes.
Por el toque personal de queda.
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