El paraíso es un lugar de maravillas.
Me gusta su temperatura dulce,
caminar desnudo,
sus frutos, siempre a mi alcance,
las serpiente habladoras, muy razonables,
que ya han dejado de arrastrarse,
y ahora caminan erguidas.
Ahora caminan erguidas.
Paseo por el bosque eterno,
perdido,
y no llego a acostumbrarme,
a tu ausencia,
al olvido,
a la inexistencia de todo archivo,
al fin del los libros.
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