Eran de cuerpo hermoso, de risa fácil,
aunque fuera por dentro.
Hacían chistes sobre Moloch, y eso a Moloch no le gustaba.
Quería aplastarlos con sus dedos,
pero a veces, no podía,
en cuanto las risas se hacían públicas,
y las diminutas miradas de los humoristas
se encontraban con sus ojos,
entonces,
Moloch, el inmenso Moloch,
retrocedía.
porque Moloch, en realidad, era un cobarde.
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