Quizá me lleven al hotel donde los hombres, finalmente,
se convierten en langostas.
Allí, los músicos tocan melancolías,
y los desconocidos bailan una última oportunidad,
donde la atracción y la repulsión, no nos deja en paz.
Trato de aproximarme, aun a riesgo de perder mi identidad.
De romper la órbita y superponerme,
de atravesarte sin entrar colisión.
Eso, o entrar en el bosque como licántropo.
Eso, o despedirme del mundo como langosta.
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