He creado un mundo extraño,
he pasado media vida
enterrando pequeñas minas de mediocridad
que en cualquier momento podrían explotar.
Así que ahora tengo que pasar el resto de la existencia aterrado,
de soslayo, tratando de esquivar,
de desenterrar, con sumo cuidado,
no sea que pierda las manos.
Mis manos de demiurgo, tímidas,
con que imagino mundos en la intimidad.
Quiero pasear por el mundo sin riesgo alguno.
Sin hablar nervioso, alocado.
Gustando a todos.
Y paradójicamente, sin que suceda el accidente inevitable.
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