Pido deseos a los dioses, y siempre me los conceden.
Pero la realidad no es como el sueño, como esa ladera de césped,
donde siempre es cuesta abajo, y que yo anhelo.
La realidad tiene trozos de césped y de barro.
A veces llueve, otras, parece una permanente puesta de sol otoñal.
A veces es cuesta arriba, y otras una cuesta abajo.
Y los dioses a veces te conceden deseos cubiertos de piel, no de hierba.
La piel es frágil.
Y qué hace uno.
Un ser no es cómo un paseo, es más difícil y delicado.
Y qué hace uno,
¿acepta los regalos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario