lunes, 9 de enero de 2017

Permiso de Moloch

No es que tenga rostro humano, todavía.

Si Moloch me permite marchar durante estos cuatro meses,
es porque los hombres del pasado pretendieron cabalgar sobre su lomo,
domesticarlo.
Aun así, perdieron sus cabezas, los pobres,
perdieron sus cuerpos, 
y ahora tan sólo son la nada.
Nada,

aunque algo quedó de todo ello.

Tengo permiso de Moloch para no atender al reloj,
gracias a mi madre,
que a sus 93 años me ha rescatado del Tártaro otra vez,

pero aun así, tendré que volver.







 





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