sábado, 20 de agosto de 2016

A veces resplancezco

A veces resplandezco, y no sé cómo sucede.
Quizá sean estas manos mías capaces de alegrar a los muertos.

Si me piden que les arranque despacio el sudario, lo hago.
Si me ofrecen su comida, no la desprecio.

Me acuesto a su lado.
No pienso en nada.

Unos día me aburro, otros me desconcierto,

hasta que los muertos me expulsan,
me huyen,
no vaya a resucitarles,

lejos del Tártaro,

por temor al beso de las vestales.





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