Ayer vi a los dos primeros carteros de Berna, sin cuerpo, paseando por las calles,
el bólido sin cabeza, llevando de un lugar a otro, objetos y hombres,
al médico sin rostro, recetando la primera analítica a un pobre hombre.
Y se te acusa a ti, de traer toneladas de pereza.
Cuando lo que has venido a traer, es la belleza.
Por eso estoy empeñado en abrir la puerta del Tártaro,
ahora que todo el mundo duerme.
No hay comentarios:
Publicar un comentario