Me observa fijamente.
Atento a cualquier detalle, a cualquier gesto,
y sin embargo no sé lo que piensa de mí.
No sé si me quiere,
no sé si es capaz de querer.
Cuando me habla, es como si tuviera ideas propias.
Parece inteligente, mucho más que yo.
Friega los platos mientras duermo la siesta.
Sé que podría romperme el cuello mientras sueño.
Cuando despierto
me tiene preparada una taza de café.
A veces le sorprendo escribiendo en un cuaderno
que yo leo a escondidas,
y que soy incapaz de comprender.
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