Cuidado con aquellos que se han colado en las instituciones
y quieren suplantar las leyes.
¿Te acuerdas de aquellos gimnasios al aire libre
que había en los parques?
Los más viejos pedaleaban en los bancos,
y los más jóvenes mantenían el equilibrio al caminar sobre unas barras de madera,
hasta que al final cayeron.
Ya no existen.
Se abandonaron a la intemperie.
A la erosión y a ciertos intereses particulares.
Se desmontaron.
Decían que esos gimnasios públicos habían fracasado.
Es verdad que eran puro socialismo, qué se le va hacer,
y funcionaban.
Y a todo esto decir que después del hundimiento,
las franquicias y las cadenas de fitness
aumentaron sus ingresos.
Cuidado entonces de aquellos que se han colado en las instituciones
y que en realidad me odian.
Desconfiad.
¿Será su boca la que habla o será la de algún lobby?
¿Serán del partido de la plebe o de los patricios?
Os lo pido, que no utilicen mi nombre en vano.
No sea que al final utilicen mi cuerpo como negocio,
cuando debía ser para todos,
y algunas otras cosas maravillosas hayan caído por el camino.
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