La vida es así:
escribes tranquilamente prosa en el sofá de tu casa,
cuando de repente, un autobús se te cae encima, como caído del cielo.
No es fácil respirar bajo un autobús de la EMT.
Yo me siento algo aplastado.
Sin aire, ustedes lo saben, es difícil pensar.
Caen autobuses del cielo,
cuando lo que yo quisiera,
(por fin, cuando sea mayor de edad)
es que mis autobuses fantasma recorran las ciudad.
Mientras tanto esperar a que llegue el aire fresco,
que se vaya desintegrando esto que me oprime el pecho,
que las sinapsis electrizantes comiencen a chisporrotear de nuevo.
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