Llamas a mi puerta.
Te observo a través de la mirilla
y ya siento que me falta el aire.
He deseado este momento tanto tiempo.
Te abro y te disculpas.
No es la hora de tus favores.
Amas a todos, lo has vuelto a decir.
A mí no me importa, no soy celoso,
No es cosa tuya, lo sé,
pero cuando llegues por fin, para quedarte conmigo,
voy a ser despojo de puro viejo,
o ni siquiera eso,
pero habrá merecido horrores la espera.
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