Podría ser yo. Ese, el de la esquina.
El que escribe una comedia fantástica, inconclusa,
en vez de continuar con la asignatura.
O ese otro, el que lee los cómics de Harvey Pekar, sobrecogido.
¿En qué está pensando?
Cómo no prestar atención a las gemelas que a diario acuden
a leer cualquier cosa; pero hoy ha venido sola, por primera vez.
Nunca la había visto con sus gafas.
Como el chico de tez amarilla.
No puede de ser coincidencia
que el azar le haya traído hasta aquí.
Podría ser yo.
Escribe un instante.
Podría ser esto:
ya son las ocho y media.
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