jueves, 29 de septiembre de 2016



No eres un dios, tan solo un simple mortal.
Bastante cobarde, por cierto,
como yo.

Te miro. Me late el corazón muy deprisa cuando estoy a tu lado.
Te temo, pero sé que eres una fantasmagoría,
pura apariencia.
Te escondes en tu miserable parcela de poder.

A ti te gusta el sadomasoquismo,
a mí, la gente de mi altura,
ni solo milímetro más alto.
ni un solo milímetro más bajo.

Procusto me gusta por eso, aunque es demasiado bruto.
Yo prefiero regalarte unos tacones por tu cumpleaños,
para que tus ojos estén a la altura de mis ojos.

Conque tus labios estén a la altura de mis labios, me conformo.

Si soy algo, soy persona, como todos.
¿Quién no se reconoce en el aterrorizado?

 La sombra alargada de la vejez,
la muerte,
y las enfermedades,
acechando siempre,
observando,

aproximándose.

Ya tenemos bastante para que encima vengas aquejado de hibris
desde tu sombra.
Detente, vuelve a tu sitio.
No eres un dios.

Los dioses no existen.





















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