No quisiera entregaros malas noticias
-ya sabéis qué ocurre con los mensajeros-
pero es que vamos a morir todos.
Entiendo que a veces hay sacrificar nuestro cuerpo,
pero esto sólo debería ocurrir por las cosas bellas.
Por un gran motivo,
para evitar que el gran meteorito impacte contra la Tierra,
y el recuerdo de nuestros antepasados se pierda al instante.
Pero no, al final el sacrificio es por lo ridículo.
Levantamos las manos y extendemos los brazos,
y nuestro pecho se dirige enloquecido al puñal de Moloch.
¡Ay, la barbarie!
Pobres de nosotros.
Cuánta tristeza me impregna, humanidad, sólo con pensarte.
Hoy hace un día precioso.
Y sin embargo hay un hombre en la oficina.
La pregunta es,
¿si no estuviera él, todo sería peor?
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