sábado, 18 de marzo de 2017

Siempre, oh, usted, el innombrable,
me deja un buen sabor de boca al despedirnos.

Un regusto dulce,
el placer atropellado de las palabras
y de algunas cervezas.

Tengo tantas cosas que contarle:

El libro que leí,
algún proyecto a medias, entusiasmante,
el miedo a que llegue Tánatos, inesperadamente,
o el terrible Moloch.
Las cosas de la vida.

Me entretengo de vuela a casa pensando en usted,
en alguno de sus gestos, como siempre.





No hay comentarios:

Publicar un comentario