Demasiado extraño sería ir en busca de un padre a mis 48 años
que me adopte.
Abrir una botella de vino,
juntos,
en este día.
Si acaso puedo recordar al mío
y que engendró a once,
que estuvo en las guerras y fue consumido en parte por Moloch,
como yo.
Por otra parte nunca tuve hijos,
aunque, eso sí, tengo alguna criatura:
creaciones delirantes, metáforas, personajes, cosas de la ficción y la fantasía,
que adoptaron algunas de las formas de la realidad:
palabras, trazos de dibujos, por ejemplo,
que viven conmigo de momento,
pero algún día, podrían irse de casa.
Me encantaría que se emanciparan y recorrieran el mundo,
que llamaran a la puerta de tu casa,
y se quedaran contigo.
He preparado unas lentejas para hoy,
y comeremos juntos,
como casi todos los días.
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