Con lo fácil que es ser elegante
y yo,
en tu despedida, he dejado caer una palabra.
Usted se ha molestado,
y se ha ido, dando un portazo,
llevándose sus fotografías consigo.
El estruendo ha sido enorme, aunque nadie en Madrid lo haya oído.
Las paredes siguen en pie, todo sigue en su sitio,
y sin embargo el edificio entero ha caído sobre mí.
He pasado el día entre los escombros,
con poco oxígeno, y te he pedido perdón,
y mil disculpas,en vano,
antes de dejar de ser
de no existir,
pero has preferido empujarme al Tártaro,
y después,
tú misma te has lanzado al abismo
Ya sabes, el lugar donde nadie es visto.
Donde moran los muertos.
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