Será Eros, que ha llegado con el tiempo cálido y sensual,
y se me ha metido en el cuerpo, el muy cabrón.
Y sé lo que pretende mí.
Me lleva de la mano hacia los dulces,
y me invita a comérmelos,
y a mí me apetece,
pero no son míos.
Una gran cristalera me separa,
como un escaparate.
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