Tiembla el mundo, pero nadie lo sabe más que yo.
Desde la cumbre lo veo claramente:
Un día en la yerba
a la sombre de un árbol hipoalergénico del parque
mientras tomo notas para un próximo libro.
Él entra en escena, con su arma cargada del futuro
y me pega cuatro tiros.
Sólo veo una sombra.
Un rostro oculto por el contraluz.
Sin cara, sin gesto, sin alma, aprieta el gatillo.
Los dispararos resuenan por todo el globo.
Los paseantes se arremolinan alrededor de mi cuerpo, aplauden.
El asesino se despide con un lacónico "No es personal".
Y yo mientras, me voy muriendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario