jueves, 6 de abril de 2017

Petroleo en el paraíso

En los tiempos del antropoceno,
cuando existían objetos y las personas eran cosas,
había quién se entretenía apeleando negros.

Cuando llegó el nuevo mundo desapareció el fetiche,
se desvaneció el pasado y la sombra de su sombra

pero los apaleadores continuaron

aunque ya no existan contenedores nocturnos disponibles para el fuego,
ni marquesinas del autobús
esperando a fragmentarse en miles de noches de cristales rotos.

Los mismos que a la llegada el paraíso,
empujaban enormes piedras desde Carabanchel Alto a Carabanchel Bajo
por diversión.

Rocas que se abrían camino rodando por el bosque, derribando frutales,
destrozándolo todo.

Entonces ocurrió.
Sucedió que tras un golpe brutal se resintieron las entrañas,
y se abrió una puerta con lo remoto.

Y un manantial brotó, viscoso.





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