Mírale, es perfecto.
Viviría en un angosto y oscuro pozo,
con cierta alegría,
si la alta ingeniería se lo exigiera.
Allí, donde él solo cabe,
satisfecho,
encantado con el Sol del mediodía
que regala un rayo al interior de lo oscuro
y le anuncia la tarea:
¡Es hora de la producción poética!
Unos dicen que vive en la desdicha,
otros, que se ha acostumbrado a la melancolía,
que desconoce cualquier otra cosa.
Aunque a mí resulta difícil creer que el más verde,
el más Pablo,
se repueble a sí mismo en las miasmas de la tristeza.
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