Me voy de estas agradables tierras de los Carabancheles
para ir en tu busca.
No sé qué mosca me ha picado para querer abandonarlo todo.
Quizá sea el temor a que desaparezcas de mi vida para siempre,
que seas sólo eso, un mero recuerdo,
que mueras,
qué son los recuerdos sino los muertos.
O simplemente sea el afán de aventura.
Eso es lo precioso del paraíso, que la existencia está resuelta,
y sólo tenemos que dedicarnos a la vida,
a los pequeños placeres y a las grandes gestas.
Moloch ha muerto, celebrémoslo.
No sé a dónde tengo que dirigirme,
ni siquiera hay caminos o sendas.
Desciendo el rio.
Saludo a lo lejos a mis amigos que juegan,
siempre entretenidos con los placeres divinos.
Y me adentro en la selva,
en el espeso bosque desconocido,
donde han comenzado a despertar los nuevos mitos.
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