Hijo mío, llámame,
¿no ves que me encuentro en la linde de lo posible,
y que con tan sólo una palabra puedo atravesar el umbral que me lleva hasta a ti?
¿Qué haces a esta altura de la película, adorando a Moloch todavía?
Clamando a sus puertas,
arrodillado, lloriqueando como un niño,
para que te permita el paso.
Y mientras tanto rechazas mi abrazo.
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